Los niños tienen miedo a ser devorados. Si con la mano en forma de boca les dices que les vas a comer, pegan un gritito, se asustan y escapan. Realmente disfrutan con el placer del peligro. Si a Caperucita y a Hamsel y Gretel se los comen… hay suspense.
Quieren que les cuentes un cuento sobre eso. Que se lo cuenten sus papás, abuelas, tías y madrinas en el calor del hogar donde pase lo que pase en el cuento, no pasa nada, porque están arropaditos en casa.
Lo que quieren en que «tú» se lo cuentes. Que hagas los gestos. Que repitas frases. Que inventes algo… A veces le pregunto a los niños: ¿leemos el cuento todos juntos, os lo pongo en youtube o queréis que os lo cuente? «¡Que lo cuentes!» Lo viven. Dickens reconocía haberse querido casar con Caperucita Roja.
Maria Tatar, profesora de Harvard, dice que todos creemos saber esas historias, pero somos incapaces de contarlas en su momento, por lo que hay leerlas para saber terminarlas y conseguir un final feliz para nosotros y nuestros hijos. Algo más que «érase una vez».
Estefanía Laya